Nombre:
Aladiah: “Dios Propicio”.
Coro:
Querubines, Ángeles al servicio de Hochmah-Amor. Ángel
Lo
que otorga:
·
Curación de enfermedades;
regeneración moral.
·
Inspiración para llevar una
empresa a un resultado feliz.
·
El perdón de las malas
acciones que hayamos podido cometer.
·
Contacto con personas
influyentes.
·
Protección contra la
negligencia y el descuido en lo que se refiere a la salud y a los negocios.
Lección:
Ser justo y moderado.
Planeta:
Urano
Sefiráh:
Jojmáh
Horario
de regencia: De 3 a 3: 20 hrs.
Días
de regencia: 15 de enero, 29 de marzo, 10 de junio, 22 de agosto, 3 de
noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Sanar dolencias físicas y
espirituales.
·
Nos protege de energías
psíquicas nocivas y envidia proyectadas hacia uno.
·
Obtener perdón cuando hay
real arrepentimiento.
·
Regeneración de la moral.
·
Gozar de la amistad de
personas importantes.
Cita bíblica
Que
tu gran amor, Señor, nos acompañe,
tal
como lo esperamos de ti.
Salmo
33:22
Los que nacen bajo su regencia
Son personas confiables de
buen corazón y correctos en sus emprendimientos.
Tendrán una vida social
intensa y frecuentarán lo mejor de la sociedad.
Serán como ángeles en la
tierra, comprensivos, reservados y dedicados a la persona amada. Tendrán una
imaginación fecunda, auto-confianza, flexibilidad y capacidad de escoger
siempre los mejores caminos y momentos para actuar.
Trabajadores incansables, no
medirán esfuerzos para lograr una sociedad más justa. Serán portadores de
armonía y les agradará cuidar su cuerpo.
Aladiah: “El fracaso de un ángel malo”
Hubo
un tiempo dichoso en el gran Cielo, en el que los Ángeles eran todos buenos.
Por aquellos días todo era Luz. Una poderosa Luz emanaba del Fuego y aquellos
seres habitaban felices sirviendo a su creador. Pero cierto día, su Hacedor y
Señor, les mando hacer un largo viaje en el que debían conquistar nuevas
tierras para El.
–
Dirigiros hacia la Morada de Hochmah donde mi faz se refleja en las cristalinas
Aguas de la Sabiduría -ordeno el Gran Patrón-.
Pero no todos los Ángeles le
obedecieron, y aquella insubordinación le enfureció.
– A partir
de hoy dejareis de habitar la región de la Luz Divina y os consumiréis en el
Fuego del Infierno, donde os confundiréis entre las sombras del abismo.
Desde aquel triste día, los
Ángeles se dividieron y mientras unos eran buenos, otros dejaron de serlo. Una
tenaz lucha surgió entre ellos, pero dejad que os cuente una historia que en
verdad sucedió, y aún sigue sucediendo…
Un día, narra la Leyenda,
que un Ángel bueno llamado Aladiah se encontró con Luzan, un demonio de las
tinieblas. Y sucedió que la envidia de Luzan le llevo a retar a su antiguo
hermano Aladiah. Pero este no quería oír hablar de esos tratos y quiso
eludirlo. Sin embargo no lo consiguió, pues Luzan que era muy astuto le dijo:
– Si no
aceptas la apuesta, por cada día que pase poseeré la vida de un ser humano.
– No, no
podrás hacerlo -le contesto Aladiah-, no puedes intervenir en su destino.
– No seas
ingenuo hermanito, observa y veras.
Y diciendo esto, se
introdujo en el cuerpo de un pobre anciano, el cual no pudo resistir aquella
fuerza maldita y no tuvo más remedio que abandonar su cuerpo, había muerto.
– Basta,
te lo ruego -exclamo el Ángel bueno-. Si, aceptare tu apuesta, pero lo haré con
una condición. Si venzo, ¿abandonaras para siempre esta zona del cielo y te
retiraras al abismo, de acuerdo?
Aladiah no tenía
escapatoria, pero al menos tendría la oportunidad de poner fin a aquel
infierno.
– Pon
atención, pues te explicare una sola vez las reglas del juego. Escogeremos a un
humano al azar. Si evitas que haga mi voluntad, haré cuanto me pides, ¿estas
conforme?
Era verdaderamente diabólico
el plan, pero que podía hacer…
– Y, ¿cuál
es tu voluntad? -pregunto Aladiah temiendo lo peor-.
– Que
atente contra su propia vida -contesto el diablo-.
La desdichada víctima había
sido elegida. Se trataba de un campesino, padre de una humilde familia muy
unida por fuertes lazos de amor. Aquel buen hombre trabajaba infatigablemente
para mantenerles y a pesar de la dureza del trabajo jamás se había quejado ni
desfallecido.
Sin embargo, y a partir de
aquel día todo pareció irle mal. Sus campos que estaban a punto para la cosecha
se inundaron tras una misteriosa tormenta. Pero aquella desgracia fue aceptada
con resignación, pues era un hombre de fe en Dios.
Luzan lo intento de nuevo, y
esta vez hizo enferma de gravedad a su hijo menor. Eso acabaría con su fe
-pensó el malvado demonio-. Pero Aladiah estaba a su lado inspirándole
fortaleza y amándole de paciencia. Y aquel hombre acepto una vez más la
voluntad de Dios.
Tan solo le quedaba un último
intento y en el derramo toda su maldad. Luzan incitó a aquel desesperado padre
a robar, pues no tenía nada que comer, y lo logro, pero cuando lo hizo, sintió
tanto remordimiento que elevo sus ojos al cielo y rogó el perdón y la gracia de
Dios.
Aquello significaba la
derrota de Luzan y la victoria de Aladiah, pero esta nunca hubiese sido posible
sin la voluntad de aquel hombre, que llamo a las puertas del Amor.
Fin.