Atributo: Dios nuestro del universo.
Planeta: Luna.
Coro Angélico: Guardianes.
Sefiráh: Yesod.
Horario de regencia: de 23:20 a 23:40 horas.
Días de regencia: 3 de enero, 16 de marzo, 28 de mayo, 8 de
agosto, 22 de octubre
¿Para qué se le invoca?
·
Tener coraje y valentía para enfrentar peligros.
·
Liberarnos de vínculos con persona que nos quieren oprimir.
·
Sentirnos en paz y tener fuerza, valentía, talento y seguridad
en todas las actividades.
Los nacidos bajo su regencia
Las personas bajo su influencia luchan cualquier tipo de
injusticia. Saben discernir entre lo correcto y lo incorrecto. Su manera
de pensar esencialmente correcta se espeja en su comportamiento. Su existencia
es sinónimo de abundancia y felicidad. Se sentirá seguro cuando tiene el
apoyo de su cónyuge y de su familia que nunca serán fuente de
problema para él. Deberá recordar que todo momento difícil lo lleva al
crecimiento espiritual. Es una persona Fiel y preocupada en su vida
particular. Necesita momentos de aislamiento aunque no le gusta vivir
solo. Su ritmo de trabajo es rápido, obteniendo los beneficios generalmente
antes de lo previsto.
Cita bíblica
Por mi parte, daré
muchas gracias al Señor;
lo alabaré entre una
gran muchedumbre.
Salmo 109:30
Haiaiel: “La derrota
del caballero negro”
La princesa Aura acababa de cumplir su mayoría de edad y
aquellas 21 campanadas anunciaban con armonioso compás aquel acontecimiento.
Debía sentirse muy feliz, pues todas las doncellas sobaban con
ese momento, sin embargo, aquella hermosa flor, tan cálida y suave, se sentía
embargada por una profunda tristeza. El día más esperado de su vida se estaba
convirtiendo también en el más amargo.
Tan solo podía haber una razón para que la joven Aura se
sintiera tan apenada.
– Hija mía, hoy cumples tu mayoría de edad y ha llegado el
momento de buscarte un esposo -le dijo su padre, el rey de Lumer, la tierra del
talento -.
-Pero padre aun soy joven y lo que es más importante, no estoy
enamorada -contesto la princesa ruborizándose -.
-Tonterías, ya tienes edad, y en cuanto al amor no te preocupes,
tendrás tiempo para ello – dijo tenazmente el rey -. Debes prepararte, pues en
la próxima luna se celebrara un torneo, aquel que venza será el caballero que
te desposara. No hay nada más que hablar.
La princesa se retiró a sus aposentos y lloro hasta quedar
rendida.
Y el día del torneo llego. La noticia que había proclamado el
rey llego hasta todos los lugares y de los más remotos confines de la tierra,
fueron llegando caballeros con el único deseo de ser esposo de tan delicada
flor.
Durante siete días estuvieron compitiendo y ya tan solo quedaban
dos finalistas que se enfrentarían en un último duelo.
Aquellos dos caballeros eran sin duda los más diestros. Uno se
distinguía por su habilidad en el manejo de la espada, el otro por un extraño
poder malévolo.
Todos esperaban que la destreza ganase la partida a la crueldad,
pero se equivocarían, pues el caballero negro no dio oportunidad para que su
rival se defendiera.
Un grito surgió de las gargantas de todos cuantos estaban
asistiendo al espectáculo. Aquel acto de cobardía había sido traicionero, pero
nadie se atrevió a hacerle frente a aquel sanguinario guerrero.
-He ganado mi derecho. Entregadme a la princesa -dijo el ganador
del torneo -, mientras que amenazaba al rey con su espada.
Ante las miradas de asombro del pueblo, el caballero negro se llevó
a la dulce Aura, sin que nadie le opusiera resistencia.
Pasaron los días y el rey cayó enfermo de desesperación. Se sentía
culpable de lo que le había sucedido a su hija, y no sabía qué hacer.
Cierto día, llego al palacio un humilde escudero quien decía
poder salvar a la princesa. Muchos se rieron de él, sin embargo, fue recibido
por el rey.
-Decís que podréis salvar vos solo a la princesa -pregunto sin
convicción el rey -.
-Forjadme una armadura y una espada con este metal que os
entrego y os lo demostrare -contesto seguro de si el apuesto joven -.
– ¿Cómo os llamáis muchacho? -pregunto intrigado el Soberano -.
-Mi nombre es Haiaiel, señor, vuestro más humilde servidor.
A la mañana siguiente, el osado Haiaiel recibió una armadura
plateada y una espada que despedía una luz poderosa, y con ellas partió en
busca del caballero negro.
Cuando le encontró, mantuvieron una terrible lucha. Las fuerzas
del mal combatían con celo y astucia, pero esas armas no eran suficientes para
vencer a las fuerzas del bien, quien superando aquella magia negra, consiguió
la victoria definitiva sobre ella.
La princesa fue rescatada por aquel valeroso escudero, quien al
llegar a palacio y por la gracia Divina encomendada al Soberano, fue nombrado
caballero. Ya no marcharía de aquel reino, pues la princesa Aura no le
permitiría hacerlo.
Fin