Atributo: Dios que socorre.
Planeta: Marte.
Coro Angélico: Potestades.
Sefiráh: Gueburá.
Horario de regencia: de 9:20 a 9:40
horas.
Días
de regencia: 3 de febrero, 28 de junio, 10 de septiembre, 21 de noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Librarnos de los enemigos internos.
·
Darnos inspiración en oraciones y discursos.
·
Tener claridad de expresión ante los adversarios.
·
Realzar lo sentimientos religiosos y la meditación.
Los nacidos bajo su regencia
Aspecto evolucionado: se distinguirá por sus cualidades y
por su celo en propagar la verdad y destruir los escritos falsos y
calumniadores. Su conducta será ejemplar, amará la verdad, la paz, la justicia,
la tradición, la libertad y el silencio. Seguirá las reglas divinas de acuerdo
a su nivel de conciencia. Dirigirá asociaciones de caridad o místicas con su
lema: de la no corrupción.
Su existencia en la tierra es de un nivel muy elevado y esto
puede ser notado cuando sin saber por qué retoma el camino correcto del cual
nunca se debería haber apartado. La recompensa por supuesto será una excelente
renovación de vida y liberación de lazos Kármicos. Su vida es una exaltación
iluminada a través de su espíritu. Deberá tener cuidado de no crearse
sentimientos de culpa en relación a problemas familiares porque todos están
pasando por una evolución que no tiene que ver con la pérdida sino con la
renovación. Su casa estará siempre limpia, ordenada, decorada con flores y
aromatizadas con inciensos.
Cita bíblica
Conspiran, se
mantienen al acecho;
ansiosos por quitarme
la vida,
vigilan todo lo que
hago.
Salmo 56:6
Reiyel: “deshaciendo
una maldición”
Muchas personas no creen en los embrujamientos, en los
encantamientos, en el mal de ojo, y una de estas personas era Reiyel, el
Soberano de las tierras de Hesed, donde la abundancia florecía por doquier.
Pero lo que un día le sucedió, le hizo cambiar de parecer, y es
que el mismo fue víctima de la magia negra de una malvada bruja…, pero veamos
que le ocurrió al Soberano.
Era época de recogida de impuestos y los recaudadores ya habían
visitado varias aldeas. Reiyel era justo y según muchos bondadoso, sin embargo,
los últimos años habían sido duros, muy duros y se vio obligado a implantar una
ley de impuestos.
No era mucha la cantidad exigida, pero no todos vieron con
buenos ojos aquellas medidas y algunos de los aldeanos le criticaron.
Sin embargo, aquellas opiniones nunca preocuparon al Rey, ya que
las recaudaciones no eran para su lucro personal, sino para administrarlas en
todo el reino. Pero si le preocupaba la insubordinación y fue por ello que
mando llamar a los causantes de aquella rebeldía.
Sus guardianes acompañaron a una mujer de presencia enigmática
que no parecía afectada por las dificultades de los últimos años. Cuando llego
hasta el lugar donde él se encontraba, le dijo:
-Buena mujer, ¿por qué te niegas a pagar el impuesto si sabes
que serán repartidos equitativamente entre todos? -pregunto amablemente el rey
-.
-No creas que me engañas, eres un rey avaro y tratas de
enriquecerte con nuestros esfuerzos -replico agresivamente la interrogada -.
-Te equivocas, mis arcas no se llenaran con los esfuerzos del
pueblo. Mi única voluntad es administrar con justicia los escasos recursos
existentes -le replico Reiyel -.
Entonces y de un modo inesperado aquella misteriosa mujer
profirió una maldición en alta voz:
-¡Que la sangre que recorre tus venas se endurezca como las
piedras si utilizas en beneficio propio un solo diezmo procedente de nuestros
esfuerzos!
Y diciendo esto, todos quedaron tan asombrados que ni tan
siquiera le impidieron marcharse.
Cuenta la leyenda que aquel año fue el peor de todos y que las
arcas del rey agotaron sus fondos, por lo que se vio en la necesidad de gastar
el dinero de las recaudaciones, y fue entonces cuando todos recordaron la
maldición de aquella maliciosa bruja.
Reiyel quedo petrificado, aunque no muerto. Se encontraba sumido
en un profundo trance, pero no podía manifestar la vida.
No sabían cómo ayudar a su rey, y cuando recurrieron a la bruja,
nadie supo dar referencia de ella.
Pero esta historia no puede acabar mal, no os preocupéis, puesto
que el pueblo viendo la desdicha de su rey y la pobreza que se apoderaba del
reino, cedió voluntariamente sus humildes ingresos para salvarle, y no tan solo
consiguieron hacerlo, sino que aquel acto de amor puso fin al maleficio de la
bruja, y el rey Reiyel volvió a la verdadera vida de nuevo.
Fin.