Nombre:
Lelahel: “Dios loable”
Coro:
Serafines, Ángeles al servicio de Kether-Voluntad. Ángel
Lo
que otorga:
·
Curación de las
enfermedades.
·
Iluminación espiritual.
·
Renombre y fortuna en el
mundo de las artes y las ciencias.
·
Conseguir el amor de una
persona afortunada.
·
Protección contra la tentación
de adquirir la fortuna por medios ilícitos.
Lección: Controlar
la ambición desmesurada.
Sefiráh:
Keter
Planeta:
Neptuno
Días
de regencia: 11 de enero, 25 de marzo, 6 de junio, 18 de agosto, 30 de
octubre
Cita bíblica
El
vengador de los inocentes se acuerda de ellos;
no
pasa por alto el clamor de los afligidos.
Salmo
9:12
Los nacidos bajo su regencia
Tendrá mucha fuerza para
cortar el mal. Es dotado de gran idealismo y equilibrio. Estará siempre presto
a ayudar a quienes lo necesitan, llegando a hacer sacrificios actuando de forma
desinteresada. Es portador de una joya “rara” llamada Luz interior, pero
algunas veces le puede faltar fuerza de voluntad e inclusive abandonar el campo
de batalla. Pero en esta situación busca renacer sobre sí mismo. El símbolo que
se puede asociar es la serpiente que se muerde su propia cola como símbolo de
renacimiento. Siente la protección de Dios y del mundo angélico, pudiendo tener
un fuerte contacto psíquico con su Ángel y puede conectar también con
inteligencia de otras galaxias. Tiene gran facilidad para captar mensajes
entrando en sintonía con el mundo de los espíritus e inclusive de forma
inconsciente podrá mover objetos. Podrá desarrollar de forma científica los
conceptos que le son enviados desde el astral, pudiendo a través de análisis de
textos tradicionales, simplificar los conocimientos para qué todos puedan
entender la belleza de las ciencias de los ángeles. Trabajará para ser un
hombre honrado y conocido por todos y usará su conocimiento para grandes
causas, principalmente mejorar el nivel de vida y conciencia y de la humanidad.
Por ser adepto a las ciencias tecnológicas no convencional, tendrá ideas para
la construcción de hospitales, para utilizar curas espirituales, por ejemplo con
la utilización de cristales.
Lelahel: “El poder de la luz”
Durante
cinco largos y penosos días, la tierra permaneció en la más completa oscuridad
y en este periodo la humanidad quedó en manos del arbitrario poder de los seres
de las Sombras.
Cada mañana al amanecer, el
Sol era raptado y hecho prisionero por los Señores de las Tinieblas, y el mal crecía
y se multiplicaba entre los hombres que parecían complacerse en aquella
enfermiza dicha.
La humanidad vivía sumergida
en una horrible pesadilla, pero parecía estar hipnotizada por un misterioso
hechizo que le hacía sentir un extraño placer por el vicio.
Todo comenzó cuando Kethip,
el supremo rey de las tierras del Centro, seducido por un sueño de poder, violo
la Sagrada Morada de los Dioses, donde crecía el Gran Árbol.
Disfrazado con una túnica de
sabio, el ambicioso rey burlo la guardia de los Querubines que custodiaban el
Templo. Llego hasta el lugar donde crecía el poderoso Árbol y se apodero de uno
de sus frutos dorados.
Desde aquel día, la
oscuridad de la noche surgió de los abismos y el Sol quedo destronado del
firmamento. El rey Kethip feliz de haber podido vencer a los Dioses, llevo
aquel fruto a su reino y a todos contó su hazaña. Todos le aclamaron y
veneraron como el más heroico de los reyes. Esculpieron estatuas en su honor, y
muchos quisieron imitar su ambición apoderándose de los frutos que otros habían
trabajado.
En aquellos cinco días,
fueron muchos los que se enriquecieron y fueron muchos los que empobrecieron.
El poderoso pisaba al débil y todos luchaban por ser poderoso.
Una batalla infernal surgió
en cada comarca, en cada pueblo, en cada aldea y en cada trozo de tierra, y
pronto aquella guerra de poder tan solo les llevo a la enfermedad y a la depresión.
Pero a pesar de toda aquella
agonía, aun había un rayo de esperanza para salvar a la humanidad, pues en la más
profunda oscuridad de cada hombre, todavía parpadeaba un tenue rayo de luz.
Esa luz agonizaba y estaba a
punto de extinguirse, pero entonces fue cuando todo cambio.
Desde la morada de los
dioses se seguía muy de cerca la tragedia que asolaba la tierra de los hombres.
Sintieron una profunda compasión porque su destrucción estaba cerca, pero no podían
consentirlo, y por ello, mandaron a un enviado cuyo nombre era Lelahel.
– Ve al
mundo de la oscuridad y mézclate entre ellos, tu misión será engrandecer la
llama que se está consumiendo.
Y así lo hizo, Lelahel se dirigió
a aquel reino oscuro y a su llegada los seres de las Sombras temblaron, pues
reconocieron en El, el sello del Enviado.
Los Señores de las Tinieblas
viendo peligrar su gobierno intentaron evitarlo, pero el corazón de Lelahel no
era sensible a la ambición, ni su mente se dejaba seducir por la ilusión.
La chispa de la Luz fue
creciendo y en aquel nuevo día el sol logro vencer el asalto de la oscuridad.
Lucio con fuerza y fue tanta su vitalidad que la salud volvió a los cuerpos
enfermos.
Desde aquel día, la Luz
siempre prevalecería sobre las tinieblas.
Fin.