Atributo: Dios paciente.
Planeta: Marte.
Coro Angélico: Potestades.
Sefiráh: Gueburá.
Horario de regencia: de 9: 40 a 10 horas.
Días
de regencia: 4 de febrero, 17 de abril, 29 de junio, 11 de septiembre, 22 de
noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Tener paciencia cuando estamos muy ansiosos.
·
Tener buena relación entre padres e hijos.
·
Que guíe a nuestro médico o cirujano.
·
Protección del reino animal.
Los nacidos bajo su regencia
Aspecto evolucionado: es extremadamente justo y vive en armonía
con su universo. Tiene una especie de súper protección de su ángel, gracias a
esto tendrá una confianza absoluta en sí mismo y luchará siempre por grandes
ideales. Amará a los animales, a la naturaleza y a los hombres con gran
sinceridad. Tendrá conocimiento general de todas las áreas y estará siempre re
evaluando las situaciones en busca de una visión más objetiva. Gracias a su
ángel tendrá victoria y éxito alcanzando la realización en todos los sentidos,
pero debe a ejercer su libre albedrío al elegir su línea de destino.
Cita bíblica
Tú, Soberano Señor,
has sido mi esperanza;
en ti he confiado
desde mi juventud.
Salmo 71:5
Omael: “deseando la
vida”
Sin duda alguna, aquél día sería un día glorioso que se
recordaría siempre en el tiempo.
La unión de Hesed, príncipe de las tierras de la abundancia, con
Netzah, heredera de las tierras de la belleza, habla sido muy deseada y a todos
complacía.
Desde pequeños, ya se había concertado por los padres aquella
boda real, y eran muchos los que esperaban que de aquella relación naciesen
ricos y hermosos frutos.
Hesed era bien conocido por su bondad y Netzah era venerada por
su asombrosa belleza. La fusión de ambos reinos permitiría a todos vivir en una
tierra que muchos comparaban a las del Paraíso.
La alegría rebosaba en los corazones de todos, y la dicha se
contagiaba de unos a otros, y muy pronto no quedo alma que no se sintiese
embriagada por aquella plenitud.
El tiempo pasó y todo crecía sin limitaciones, los campos
florecían y se recogían abundantes cosechas. Se respiraba armonía y salud, y la
prosperidad seguía aumentando día a día.
Pero a pesar de todos aquellos dones de la tierra y del cielo,
una sospecha fue creciendo poco a poco como una extraña sombra, y sin poder
evitarlo nadie, adquirió tal dimensión que acabo con la felicidad de los
jóvenes monarcas.
Para todos era un misterio. Se preguntaban que terrible mal
padecían sus soberanos para que la alegría hubiese desaparecido de sus vidas.
Era tanta su inquietud que decidieron nombrar un emisario que
fuese a informarse a palacio.
-Majestades -saludo cortésmente el emisario -, he sido nombrado
delegado por el pueblo para transmitiros nuestra preocupación al comprobar
vuestra actual tristeza. ¿Cuál es la causa de esa aflicción? Si miramos al
Norte, vemos fecundidad. Si miramos al Sur, vemos riquezas, si miramos al Este,
vemos Luz, y si miramos al Oeste, vemos vida. ¿Qué podemos desear más?
-pregunto desconcertado el delegado -.
-Amigo, cada semilla florece en nuestras tierras y da sus
frutos, y ello es motivo de alegría para todos, sin embargo, mi semilla no
florece ni da frutos en el vientre de la reina. Daría la mitad del reino, si a
cambio. La reina fuese madre -expreso con tristeza el joven rey -.
-Pero señor, vuestros pensamientos sombríos son como el granizo
que cuando cae en la tierra impide a la semilla florecer. Acaso no conocéis la
magia del sabio Omael? -advirtió el sorprendido emisario -.
-Tenéis razón mi buen amigo, nuestros pensamientos son semejante
al granizo, pero dime, quien es Omael? -interrogó muy interesado el rey -.
-Es uno de los ancianos más sabios de la región. Su poder atrae
las Fuerzas de la Vida y las mujeres que son estériles, vuelven a ser fecundas.
-Pues siendo así, te ruego hagas llegar mi petición a tan noble
sabio. Pedidle que la reina necesita de sus cuidados.
La reina recibió la visita del preciado anciano y siguiendo las
instrucciones de este, tomo al amanecer cada mañana y durante 9 días, aguas
puras del manantial. Al final de este periodo su vientre era fértil para poder
engendrar.
La sabiduría de Omael y los deseos intensos de dar vida de los
reyes, hicieron posible que la alegría volviese a reinar en la rica comarca de
Hesed-Netzah.
Fin.