Atributo: Dios es mi luz.
Planeta: Sol.
Coro Angélico: Principados.
Sefiráh: Tiferet.
Horario de regencia: de 15 a 15: 20 horas.
Días
de regencia: 20 de febrero, 3 de mayo, 14 de julio, 27 de septiembre, 8 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Tener nuevas ideas que iluminen los nuevos caminos.
·
Agradecer a Dios los bienes que nos envía.
·
Tener revelaciones en los sueños.
Los nacidos bajo su regencia
Tendrá ideas geniales, pensamientos sublimes, espíritu fuerte y
sutil. Será discreto, pero con capacidad de resolver los problemas más
difíciles, tomando sus decisiones en el momento correcto. Le gustará meditar y
conocer formas para llegar al entendimiento de los asuntos místicos. Hará
descubrimientos que beneficiarán a la purificación del espíritu a través del
servicio en favor de sus semejantes. Utilizará medios tecnológicos como la
informática, radiestesia, radiónica y técnicas de transcomunicaciones para
aplicar a su búsqueda espiritual. Ocupará un lugar de destaque en la sociedad,
su lema de vida es: conversando es que la gente se entiende.
Nunca faltará el respeto a las personas con experiencia todos
los aspectos de su vida estarán dispuestos al triunfo. Su gran intelecto hará
que astralmente tenga una corona de oro que representa la luz de la sabiduría.
Representará el poder y la conquista de la armonía del hombre en su búsqueda
divina.
Cita bíblica
El Señor es bueno con
todos;
él se compadece de
toda su creación.
Salmo 145:9
Ariel: “la belleza de
la armonía”
Acababa de llegar de la escuela y se sentía muy agotada. Era la
época de exámenes y ello exigía hacer mayores esfuerzos para poder aprobarlos.
Aquella noche apenas si ceno. Estaba tan cansada que decidió ir
a la cama pronto.
Así lo hizo. Despidiéndose de sus padres, la joven Ariel busco
el reconfortable descanso que le iba a facilitar el sueño.
Dormiría durante horas -se dijo -, había acabado los exámenes y
aquel pensamiento la tranquilizo.
Apenas recordaría a la mañana siguiente si tardo mucho en
dormirse, lo cierto es que no hizo más que apoyar la cabeza en la almohada
cuando su espíritu, dejo el desgastado cuerpo reponiendo energías.
Mientras que esto ocurría, el espíritu de Ariel viajo veloz por
la región de los “Anhelos”, allí donde todo es posible con tan solo desearlo.
Alguien la estaba esperando. Era un anciano, aunque su avanzada
edad no le impedía moverse con una maravillosa agilidad. Sus ropajes eran de
una luz azulada muy intensa y su voz era melodiosa y angelical.
-Sígueme Ariel, te guiare al lugar
donde deseas ir -le dijo el anciano -.
– ¿Y cómo sabes cuales
son mis deseos? -pregunto extrañada la joven -.
-Yo sé de ti todo cuanto debo saber.
Pero no te preocupes de eso y ahora ven conmigo -le contesto enigmáticamente el
anciano -.
La joven Ariel le obedeció y vio como en un abrir y cerrar de
ojos, se encontraron en un lugar totalmente distinto. Pero que maravilloso era.
Ante sus ojos tenía aquello con lo que tanto había soñado, la
belleza.
-Escoge ahora que tienes la oportunidad
de hacerlo -le dijo el anciano -.
La joven Ariel tomo un rostro y un nuevo cuerpo, y se sintió la
mujer más bella y hermosa del universo. Se volvió para dar las gracias a su
benefactor, pero este ya no estaba.
Tendría prisa -pensó Ariel-, y siguió sus pasos. De repente se
vio en su casa, con su familia. Su vida era normal, pero con la diferencia de
que era la más guapa de todas las chicas de la comarca. Aquello la hizo feliz,
pero su felicidad cambio muy pronto, pues todos los que habían sido sus amigos
hasta ahora le daban la espalda, pues se mostraba engreída y arrogante.
Aquella decepción la atormentaba, y entonces deseo con fuerza
volver a ser como antes, sencilla y humilde.
-También puedes mejorar eso -dijo una
voz a sus espaldas -.
Era de nuevo el anciano, que le sonreía dulcemente.
– ¿Qué debo hacer para conseguirlo?
-pregunto la joven Ariel -.
-Fácil querida niña, ¡desearlo! -le
dijo el sabio anciano -.
Así fue, como la joven Ariel se encontró de nuevo siguiendo a su
benefactor. En esta ocasión un paisaje diferente se le mostró. Ante ella había
tres cofres. Uno contenía poder, otro riquezas y otro armonía. La joven tomo el
último y entonces, un fuerte alboroto hizo que el espíritu de Ariel retornase
rápidamente a su descansado cuerpo. Miro por la ventana y vio como dos niños
peleaban. Les llamo por sus nombres y al instante ambos dejaron la lucha para
abrazarse cariñosamente.
La joven Ariel había adquirido una especial belleza, más
duradera que la física, la del amor que sabe llevar a los demás la paz eterna.
Fin.