Nombre:
Mahasiah. “Dios Salvador”.
Coro:
Serafines, Ángeles al servicio de Kether-Voluntad. Ángel
Lo
que otorga:
·
Vivir en paz con todo el
mundo.
·
Capacidad para conocer las
altas ciencias, la filosofía oculta, la teología.
·
Aprender todo cuanto se
desea con facilidad (Exámenes y exposiciones).
·
Para mejorar el carácter y
alcanzar una mayor belleza física.
·
Para combatir las malas
cualidades de cuerpo y de alma.
Lección:
Liquidar las deudas pendientes que nos unen a los compañeros de
ruta en el pasado.
Planeta:
Neptuno
Sefiráh:
Keter
Días
de regencia: 10 de enero, 24 de marzo, 5 de junio, 17 de agosto, 29 de octubre
Los nacidos bajo su regencia.
Aprenderá todo fácil y
rápido, inclusive idiomas porque trae recuerdos de vidas anteriores. Estará
siempre transformando, creciendo y muriendo en otras áreas, tanto en la vida
sentimental como en la profesional. Es dotado de gran equilibrio interior,
sentido de justicia, de generosidad y sabiduría. No medirá fuerzas para
crecimiento espiritual tanto suyo como de su familia. Actúa siempre de acuerdo
a las leyes sociales o humanas. Es un ejemplo de virtud y su aura puede ser
claramente vista entre los hombros y la cabeza. Su verdad está en la razón
lógica abortada a través de los estudios de filosofía. Tiene facilidades en
trabajar con ceremonia mágicas, para convocar fuerzas espirituales y
comunicarse con los ángeles y será un portal del reino angélico. Le gustará
siempre estar en centros de meditación, conferencias, congresos y seminarios
espirituales. Pero conserva siempre la conciencia cuando practica la
espiritualidad. Servirá exclusivamente a su verdad que es la de su Dios. Tendrá
tendencia a vivir en forma suntuosa, su casa por hacer ampliar, clara,
confortable, repleta de flores y objetos simbólicos. Probablemente contará con
una gran biblioteca.
Cita bíblica
Radiantes
están los que a él acuden;
Jamás
su rostro se cubre de vergüenza.
Salmo
34:5
Mahasiah:
“Vitriol, el elixir regenerador”
Dejad
que os cuente una hermosa historia que en verdad es un secreto que ha
permanecido oculto durante mucho tiempo. Dejad que os la cuente, pues es
voluntad del cielo que los misterios sean desvelados.
Hace ya mucho tiempo, un rey
de estirpe divina y deseoso de poder, decidió viajar a otras tierras en busca
de fortuna.
Durante tres días surco
mares y arribo en tierras desconocidas. Llego a la isla del Fuego habitada por
gigantescos Titanes. Dejo atrás la isla de las Fuentes, donde las Ondinas
danzaban alegres entre las ondas del agua. Y conoció la isla del viento, donde
los espíritus encolerizados se mezclaban con la furia de los huracanes y los
ciclones.
Pero en ninguna de estas
islas logro encontrar lo que buscaba con tanto empeño. Sería al cuarto día, que
el vigía anuncio la presencia de una nueva isla. En ella se respiraba paz y armonía,
y los corazones se embriagaban de una especia alegría.
El rey Mart se sintió atraído
por aquella tierra a la que llamo la isla de los Frutos. Decidió descansar unos
días del fatigoso viaje y recuperar nuevas fuerzas, pues no desfallecería hasta
encontrar lo que buscaba.
A la mañana siguiente y
sintiendo un fuerte apetito, el rey Mart busco algunos alimentos entre los fértiles
frutos que crecían en aquellos árboles.
Entonces fue cuando la
providencia guió sus pasos hasta llevarle ante supremo árbol. No era como los demás,
pues sus hojas eran de oro y sus cuatro frutos, dorados. Tuvo el rey que cubrir
sus ojos, pues los rayos del sol se reflejaban en aquellos extraños frutos y
amenazaban con cegarle si no dejaba de mirarlos.
– Ese debe
ser el poder que está buscando. Jamás había conocido nada tan hermoso -se dijo
el rey muy entusiasmado-.
Pero cuando se dispuso a dar
uno solo paso una voz le ordeno:
–
¡Detente!, ¿Cómo te atreves a alterar mi paz?
El rey quedo inmóvil. Miro a
ambos lado y no logro ver a nadie, y ello le animo a intentarlo de nuevo. Aquel
árbol tenía tan solo cuatro frutos y tres de ellos estaban muy elevados, tan
solo pudo tomar uno de ellos.
– Has
usurpado el poder de los Dioses, el fruto que tienes en tus manos aún no está
maduro, por ello serás maldito durante nueve años. Si al final de los cuales no
encuentras la Esencia Sagrada Vitriol, perecerás en manos de tu propia ambición.
Pero aquellas palabras no
convencieron al rey Mart. Ahora él tenía el poder. Acababa de arrebatárselo a
los dioses en sus propias narices y aquello le convertía en más que un Dios.
Tras aquella conquista, el
soberano se sintió satisfecho y volvió de nuevo a su país. En él fue recibido
como un héroe, sin embargo a partir de aquel día todo comenzó a ir mal en el
reino.
Durante tres lunas sufrieron
el ataque de pueblos extranjeros que codiciaban el poder que habían adquirido.
La paz que un día conocieron se fue fundiendo en el olvido, pues a las guerras
sucedieron las epidemias, plagas y otros males del destino.
Recordó el rey que aquella
voz le anuncio nueve años de calamidades y su propio final si no conseguía
antes la Esencia Vitriol. Consulto con los hombres más sabios y fue Mahasiah,
el mago que habitaba en la montaña del águila, quien le desvelo el lugar donde
podía encontrarlo.
Tras cinco años de búsqueda,
el rey Mart volvió a su reino al que encontró maldito, pero el ya no era el
mismo. Había pagado sus deudas con el destino vagando por los polvorientos
desiertos. Había pasado hambre y sed, pero ningún manjar podía saciar sus
apetitos, al no ser aquel que le permitiera recuperar su dignidad perdida.
Cuenta la leyenda, que el
rey sano y logro restituir a la tierra su inocencia primitiva. Devolvió aquel
poderoso fruto a su lugar de origen y la paz retorno de nuevo a su reino, que
desde aquel día se convertiría en un paraíso.
Fin.