Nombre:
Haziel: “Dios de Misericordia”
Planeta:
Urano
Coro
angélico: Querubines
Sefiráh:
Jojmah
Horario
de regencia: De 2:40 a 3 hrs.
Días
de regencia: 14 de enero, 28 de marzo, 9 de junio, 21 de agosto, 2 de
noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Conseguir el cumplimiento de
una promesa.
·
Recibir apoyo de los demás y
misericordia Divina.
·
Tener buenas amistades.
·
Reconciliación.
·
Dar y recibir bondad.
Cita bíblica
Acuérdate,
Señor, de tu ternura y gran amor,
que
siempre me has mostrado;
Salmos
25:6
Los nacidos bajo su regencia
Poseen la gracia y la misericordia
de Dios porque saben comprender y no juzgar los errores de otros. Comprenden
que las experiencias dolorosas ocurren para que podamos impulsarnos cada día a
nuestra evolución. Gozan dela protección de personas mayores e influyentes, por
su actuación brillante lo gran estar en puestos de trabajo importantes.
En los momentos más
difíciles contarán con la Providencia Divina. Se sentirán favorecidos en
temas relacionados a la justicia.
Leal compañero y un gran
amigo, en su interior impera la nobleza de carácter. Crecen continuamente y
saben que a pesar delos obstáculos siempre obtendrá un merecido triunfo en
cualquier situación. Perdona siempre incluso las ofensas más graves sabiendo
transmutar lo negativo en positivo. Apreciará el Arte y el dinero no será
problema en su vida. No medirán esfuerzos en pos de sus ideales.
Haziel: “El niño que quiso ser gigante”
¿Habéis
oído hablar alguna vez de Uran, el niño que solo con ser un gigante y que los
Dioses le concedieron serlo? Pues considérate afortunado ya que estoy en condiciones
de contártelo, yo fui testigo de ello…
Todo comenzó aquella mañana
cuando Uran, un jovencito que apenas si levantaba dos palmos del suelo, llego a
su casa llorando y muy indignado. Su madre que aún no le esperaba se asustó al
verlo, pues no era normal que volviese tan pronto del colegio.
¿Qué te ocurre hijo? -le
pregunto preocupada a ver su silencio-.
Le odio -contesto muy
enfadado-. Si, les odio, odio a todos mis compañeros y no quiero ir más a la
escuela.
Sin duda, Uran estaba bastante
rabioso. Su gran pena era no ser mayor para poder enfrentarse a ellos. Fue así
como comenzó a soñar día tras día con querer ser un gigante.
Cuando llego el día de su
cumpleaños sus padres le preguntaron que deseaba de regalo, pero él le contesto
que lo único que deseaba era ser un gigante.
Cuando se acercaba la
navidad, Uran pidió a los Reyes Magos que le permitiesen ser un gigante. Como
veis, nuestro amigo estaba verdaderamente convencido de querer ser mayor que
los demás para evitar que nadie, jamás, volviese a reírse de él.
Fue una noche mientras
dormía, cuando ocurrió el milagro -al menos así se lo parecería a el-. Su
espíritu tenía prisa por abandonar su cuerpo en aquel día, parecía que iba a
llegar tarde a una cita, y así era, pues de repente una voz le dijo:
– Llegas
tarde como siempre. Tendrás que acostumbrar a tu cuerpo material a acostarse
antes. Vamos sígueme, tenemos poco tiempo.
Uran no acababa de salir de
su asombro, pues se sentía como flotando en una nube y la mayor sorpresa se la
llevo cuando al mirar hacia abajo vio su propio cuerpo dormido en la cama.
– No, no
te preocupes, no estás muerto, estas en el Mundo del Deseo. Aquí cualquier
sueño podrás hacerlo realidad, y creo que tienes uno desde hace mucho tiempo, ¿verdad?
-le dijo aquel misterioso ser-.
– Si,
quisiera ser un gigante -contesto entusiasmado el joven-.
– Pues
hágase tu voluntad -ordeno el espíritu reluciente que le hablaba-.
De repente Uran vio como
crecía y crecía. Era increíble, que hermosa sensación.
– Tu mismo
debes decidir hasta donde deseas crecer -le aconsejo de nuevo aquella voz-.
– Ya está
bien -dijo el muchacho-.
Miro a sus pies y casi no se
los veía. Estaba muy satisfecho, y decidió buscar a sus compañeros, deseaba
darles una lección que no olvidarían. A su paso se cruzó con un misterioso
enano y quiso divertirse un poco con él.
– ¿Cómo lo
llevas enano?
– Me llamo
Haziel amigo -contesto dulcemente-.
– Pues
apártate de mi camino si no quieres que te aplaste, ja, ja, ja,… -reía con
arrogancia Uran-.
Al tiempo que se burlaba de él,
le dio un puntapié que le hizo rodar por el suelo. Se quedó mirándole en espera
de ver su rostro crispado por la rabia, pero se llevaría una buena sorpresa.
– Lo
siento señor, soy tan torpe que me he cruzado en su camino. Discúlpeme si le
hecho daño -dijo con humildad Haziel-.
– Pero,
¿cómo puedes ser tan estúpido?, lo he hecho queriendo para avergonzarte -le
dijo Uran-.
– Pierdes
el tiempo, pues si siete veces me pisaras, siete veces te perdonare -contesto
Haziel, al tiempo que iba creciendo en estatura-.
Con el recuerdo de esas
palabras, el espíritu de Uran volvió a su cuerpo material despertándole. Había
conseguido hacer realidad su sueño, pero de nada le había servido, pues
aprendió que lo más importante no era la estatura de su cuerpo, sino la
grandeza de su espíritu.
Desde entonces, Uran se dedicó
a perdonar y comprobó como aquellos que un día se burlaban de él, dejaron de hacerlo.
Fin.