Atributo: Dios que cura las enfermedades.
Planeta: Marte.
Coro Angélico: Potestades.
Sefiráh: Gueburá.
Horario de regencia: de 9 a 9:20 horas.
Días
de regencia: 2 de febrero, 16 de abril, 27 de junio, 9 de septiembre, 20 de
noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Protegernos contra incendios, accidentes y dolencias.
·
Protegernos de la maldad y de la ruina en los negocios.
Los nacidos bajo su regencia
Aspecto evolucionado: tendrá un buen sentido común y se
manifestará en la vida con prudencia y sabiduría. Resistirá a todo con dignidad
y todo en su vida funcionará de modo perfecto. Auténtico y verdadero consigue
siempre salir bien de las situaciones más caóticas gracias a las ideas
luminosas que surgen repentinamente. Su fuerza espiritual está íntimamente ligada
a los ángeles, inclusive sin saber, ayuda a mejorar el sufrimiento humano.
Tendrá siempre una palabra de optimismo para ayudar a las personas,
especialmente en las familias en cualquier situación de inseguridad porque
siempre consciente o inconscientemente está en sintonía con las fuentes
divinas. Tiene presentimientos en lo relativo a viajes y será siempre
conveniente oírlo.
Cita bíblica
Dios mío, no te alejes
de mí;
Dios mío, ven pronto a
ayudarme.
Salmo 71:12
Seheiah: “el espíritu protector”
Muchas son las personas que se quejan en la vida de tener mala
suerte, nada les sale bien, el destino parece haberse confabulado para
castigarlos con su rigurosa justicia, pero el caso que os voy a contar,
opinareis sin duda que es curioso, puesto que narra la historia de un muchacho
al que la mala suerte le perseguía, y sin embargo, en el último momento,
siempre salía victorioso del nefasto trance. Pero júzguenlo ustedes mismos…
Jupimar siempre había sido un chico independiente. Gustaba de
tomar sus propias decisiones, aunque estas le llevasen como en aquel, día a
enfrentarse a la muerte.
Desde hacía tiempo, se preguntaba qué sensación se debía
experimentar conduciendo aquella maravillosa moto que su amigo acababa de
comprar. Si se la pedía prestada tal vez podría saberlo -pensó -, y ni corto ni
perezoso, se fue en busca de él, quien de muy malas ganas y un poco por
vergüenza, se la dejo, pero no sin antes advertirle que no corriera demasiado.
Pero a Jupimar aquellas recomendaciones le venían grande. Si
esperaba que le hiciera caso, iba listo.
Tomo la moto y enseguida busco la sensación que tanto le
preocupaba. Acelero y acelero cada vez más. Sin duda merecía la pena la
experiencia. Pero todo estaba previsto, y al tomar una curva la moto le derrapo
y el accidente fue mortal.
Todo el mundo temió lo peor, puesto que al salir despedido tuvo
la mala fortuna de ser arroyado por un camión que venía en sentido contrario.
Sin embargo, y cuando nadie contaba con su vida, Jupimar se recuperó
de un modo milagroso.
Era la tercera vez en el año que salía ileso de accidentes
mortales. La primera ocasión fue un incendio, al final pudo ser rescatado a
tiempo cuando ya le daban por asfixiado. La segunda, fue aplastado
prácticamente por un edificio en ruina que se había desplomado, pero de nuevo
le acompañó la fortuna, pues quedó aprisionado por un hueco, lo cual impidió
ser sepultado, y ahora ese accidente.
Nadie se explicaba la razón y muchos llegaron a pensar que tenía
7 vidas como los gatos. Otros pensaban, que tal vez tenía un pacto con el
diablo, pero el único que sabía la respuesta era el mismo, pues acababa de
conocerla.
Mientras dormía de camino al hospital, Jupimar tuvo una visita
en el mundo de los sueños. Un ser de luz se le acerco, y ante aquella sorpresa
el joven le pregunto:
– ¿Quién eres y dónde estoy?
– Soy el Arcángel
Seheiah y protejo a los hombres del rigor del destino, y estas en el Mundo del
Deseo -explico aquel ser de luz -.
– ¿Entonces estoy muerto? -pregunto
angustiado Jupimar -.
– No, no lo estas, porque yo te he
salvado -contesto amistosamente el Arcángel –
– Y, ¿por qué lo has hecho?, otras
personas mueren en accidente y nadie los salva.
– Tienes razón, pero en el Libro del
Debe y el Haber de esas personas no encuentro ninguna razón que le haga
interceder por ellos.
– ¿Entonces estas a mis servicios
porque yo con mi comportamiento en otras vidas he actuado salvando las vidas de
otros?
– Interrogo muy sorprendido el joven
Jupimar -.
– Veo que lo has entendido, y ahora
debes volver. Pero antes recuerda una cosa, no arriesgues tu vida en vano, pues
es muy valiosa para malgastarla.
Gracias a aquel encuentro, Jupimar dejaría de comportarse
imprudentemente y trato siempre de echar una mano al Arcángel prestando auxilio
al necesitado.
Fin.