Atributo: Dios padre que socorre.
Planeta: Sol.
Coro Angélico: Principados.
Sefiráh: Tiferet.
Horario de regencia: de 15:40 a 16 horas.
Días
de regencia: 22 de febrero, 5 de mayo, 16 de julio, 29 de septiembre, 10 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Tener paz y armonía en la pareja.
·
Tener amistad y fidelidad conyugal.
·
Invocar el socorro de Dios.
·
Abrir la percepción.
Los nacidos bajo su regencia
Quien hace bajo esta regencia es: pacífico, cariñoso, amará
profundamente a todos y cuidará la preservación del bien de la comunidad. Será
un gran organizador de acuerdos sociales y políticos, promoviendo
reconciliaciones e intermediario en negociaciones. Intelectualmente defenderá a
los derechos de la mujer en la sociedad y colaborará con ideas comunitarias de
salud, sobre todo el bienestar de los niños. Estudiará las relaciones
matrimoniales a través de la filosofía, religión, sociología o psicología.
Consolidará con palabras de confianza optimismo las relaciones de amigos y
parientes. Su familia será colaboradora de proyectos y podrá tener una familia
con muchos hijos. Paternalmente es exigente en cuestiones de estudio, pero a su
vez es accesible, franco, fuerte y su misión terrena es el humanitarismo.
Cita bíblica
El Señor ha hecho gala de su *triunfo;
ha mostrado su justicia a las naciones.
Salmo 98:2
Mihael: “el mensajero
de la paz”
Cuenta la Leyenda Secreta de los Tiempos, que hace ya muchos,
muchos años, existió un rey llamado Tiphereth. Era justo y piadoso, y amaba
tanto a su pueblo que antes de abandonar el mundo material y partir a la región
celestial, pidió al Gran Arcano que le convirtiese en Sol, pues de este modo
podría seguir guiándoles y protegiéndoles de las fuerzas de la oscuridad.
El Gran Arcano conociendo los trabajos realizados por el rey
quiso complacerle en su petición y desde el día en que su espíritu decidió
retornar a su verdadero hogar, dejo de ser hombre y se convirtió en Sol.
A partir de aquel momento la oscuridad ya no existió. Tiphereth
se sentía gozoso por poder alumbrar el camino a cuantos emprendían la marcha, y
por poder vitalizar la tierra llamada a dar cosechas.
Era tanta la felicidad que sentían todos, que muchos abandonaron
sus trabajos para dedicarse a disfrutar de la luz solar.
El tiempo paso y pronto comenzó a escasear los alimentos, pues
nadie trabajaba la tierra, tan solo gozaban de los placeres que esta aportaba.
Aquella situación se agravaba cada día y los sabios del reino
comprendieron que debían hacer algo para evitarlo.
Con ese propósito se reunieron los doce consejeros y tras mucho
discutir llegaron a la conclusión de que no debían mantener la luz permanentemente,
al menos hasta que su pueblo estuviera preparado para ello. Y así se lo
comunicarían a Tiphereth.
-Magno Tiphereth, estamos agradecidos por tu constante voluntad
de guiarnos, pero el pueblo se ha vuelto sumiso, son como marionetas y han
dejado de crear. La vida se está estancando. Es por ello que te pedimos nos
ayudes a encontrar una solución- le dijo el mensajero de los sabios -.
-He visto lo que decís y estáis en lo cierto. Además estoy muy
solo y siento necesidad de conocer otras tierras. Sin embargo, si me marcho
quedareis de nuevo sumidos en la oscuridad -expreso entristecido Tiphereth -.
Pero de repente su rostro se ilumino.
-¡Ya tengo la respuesta! -exclamo entusiasmado-. Me desposaré.
Eso es. Debéis buscad una princesa de noble estirpe y traedla ante mí.
Y siguiendo las instrucciones de Tiphereth, los sabios buscaron
a la princesa que debía unirse al rey. Para que aceptase tal propósito, Sol
ofreció a la princesa el poder de la noche y ella acepto.
La boda se celebró sin demora y en ella estuvieron presentes los
grandes Príncipes del Cosmos. Allí estaba Hochmah, el Gran Sabio; Binah, el
Instructor; Hesed, el Poderoso; Gueburah, el Justiciero; la bella Netzah y el
inteligente Hod.
El banquete fue selecto y durante muchos eones de tiempo se
hablaría de él.
Tiphereth y Yesod, el rey Sol y la reina Luna vivieron felices
los primeros años, pero la reina comenzó a cansarse de que su esposo fuese
siempre venerado y agasajado y ella siempre criticada y despreciada. Por ese
motivo, exigió a su esposo que debía cederle parte de su luz. Tiphereth se
negó, no estaba dispuesto a hacerlo, aquello sería humillante.
Pero su negativa vino a empeorar la situación y Yesod indignada
le abandono.
El reino entro de nuevo en el caos, pero a Tiphereth aquello no
le importaba.
Viendo el Gran Arcano que el orgullo de Tiphereth estaba
poniendo en peligro uno de sus reinos más querido, ordeno a Mihael, el
mensajero de la paz y la armonía que entregase al Sol uno de los anillos de
Binah para que lo llevase siempre.
Así lo hizo Mihael, y cuando Tiphereth se colocó el anillo,
parte de su luz se incorporó al cuerpo oscuro de Yesod.
Desde aquel día, la reina visitaba la morada de su esposo una
vez cada 28 días, y en ese día se fundía en sus brazos donde se investía de
ropajes de luz, los cuales luciría con especial hermosura los restantes 27
días.
Fin.