Nombre:
Mebahel “Dios Conservador”.
Coro:
Tronos
Lo
que otorga:
·
Justicia; imparcialidad
benevolente de un tribunal.
·
Liberación de oprimidos y
prisioneros.
·
Amor y celebridad en el
ejercicio de la Jurisprudencia.
·
Protección contra la
calumnia, falsos testimonios y los pleitos.
·
Reconquista de lo
injustamente perdido.
Lección: Aplicar
justicia.
Planeta:
Saturno.
Sefiráh:
Binah.
Horario
de regencia: de 4: 20 a 4: 40 horas.
Días
de regencia: 19 de enero, 2 de abril, 26 de agosto, 6 de noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Pedir justicia e
imparcialidad.
·
Pedir protección contra la
calumnia y falso testimonios de aquellos que desean usurpar bienes ajenos.
·
Liberarnos de la depresión.
·
Proteger a los inocentes.
·
Hacer conocer la verdad.
Cita bíblica
El
Señor es refugio de los oprimidos;
es
su baluarte en momentos de angustia.
Salmo 9:9
Los nacidos bajo su regencia
Será un codificador de
sueños, conocedor de las leyes materiales y espirituales. Será siempre portador
de buenas noticias, será urbanístico defensor de forma desinteresada de
personas inocentes. A través de su ego marca una fuerte presencia de su espíritu.
Vive su día a día con nobleza y dignidad en las acciones. A veces tendrá una
fuerte impresión de que está viviendo algo que ya aconteció en otra dimensión o
si no de otra vida. Tendrá gran facilidad de adaptación y su vida será la
transmutación en el sentido de una regeneración espiritual. No perderá tiempo
en futilidades y en cualquier ambiente que estuviera será el centro de las atenciones
por la sabiduría, buen sentido, serenidad e intuición. Su Ángel puede mostrarle
grandes conocimientos y el legado de otras encarnaciones, para ser usado con
las personas que necesitan ayuda. Tendrá el don de la oratoria y un fuerte
discernimiento.
Mebahel: “El Ángel Justiciero”
Jamás
nadie había sentido una tristeza tan profunda como la que sobrecogía en
aquellos días al re Azor, al menos así lo creía él. Era tanta su pena que había
ordenado que todo su reino permaneciese en silencio hasta que su dolor
desapareciese por completo.
Nadie se atrevía a violar
aquel mandato a excepción de Satur, el Supremo Juez del reino.
– Pero
Majestad, bien sabéis que nadie puede entrar en la ciudad prisión. Todos
cuantos se acercan a ella son hechos cautivos y permanecen allí para la
eternidad.
Cuanto más escuchaba el Rey
las palabras del Juez, mas aflicción sentía, aumentando así su dolor.
Cuando todas las esperanzas
parecían perdidas, alguien vino a turbar aquel silencio.
A lomos de un corcel blanco,
un joven caballero acababa de llegar al reino. Nada parecía sorprenderle de
cuanto veía a su paso, al contrario, se podría decir que conocía muy bien lo
que allí estaba sucediendo.
Como nadie se opuso en su
camino, no tardó en llegar al salón real, donde encontró al rey Azor hundido en
su desespero.
– Majestad -saludo el caballero cortésmente-,
he venido lo antes posible. Lamento si mi tardanza ha alargado vuestro
suplicio.
– ¿Acaso estoy soñando? -expresó con voz
temblorosa el débil Azor-. ¿Es una alucinación, como decís que yo he solicitado
vuestra presencia? -siguió argumentando el rey muy sorprendido-.
– No Majestad, si recordáis, vos me mandasteis
llamar. ¿Acaso vuestro hijo no está cautivo en la ciudad prisión?
– Si, si lo está, y daría mi reino a cambio de
su libertad -expreso el rey sin ser dueño de sí mismo-.
– Si es así, reveladme un secreto -dijo el
misterioso caballero-.
– ¿Un secreto decir?, en mi reino no hay
secretos -contestó turbado el rey-.
– Os equivocáis, pues todos cuantos son
cautivos en ciudad prisión han vendido su corazón al jefe de los prisioneros.
– ¿Queréis decir con ello, que mi hijo es un
servidor de la Luz sin Dueño?
– Así es Majestad, y tan solo aquel que es
dueño de la Luz podrá vencer al jefe de los prisioneros.
– ¿Y qué puedo hacer? -preguntó Azor
entristecido-.
– Iré yo en su encuentro y lo someteré a la
Justicia de los Tiempos. Pondré Luz en sus manos, y si sabe alumbrar con ella
el camino extraño, volverá sano y salvo. Si no fuese así, quedará para siempre
al servicio de Prisión su único dueño.
Cuenta la leyenda que aquel
caballero consiguió vencer al jefe de los prisioneros, y el rey Azor volvió a
tener a su hijo junto a él. Desde aquel día, el valiente caballero sería
conocido como Mebahel, el Ángel Justiciero.
Fin.