Atributo: Dios el justo.
Planeta: Mercurio.
Coro Angélico: Arcángeles.
Sefiráh: Hod.
Horario de regencia: de 16:20 a 16:40 horas.
Días
de regencia: 24 de febrero, 7 de mayo, 18 de julio, 1 de octubre, 12 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Obtener misericordia divina.
·
Darnos remedio a todos los males.
·
Hacer renace en nosotros nuevas esperanzas y alegría de vivir.
·
Ver el camino cuando estamos indecisos.
Los nacidos bajo su regencia
Las personas nacidas bajo esta influencia serán trabajadores y
ejecutarán sus actividades con mucho amor y percibirán que su intuición puede
llegar a la genialidad. Tendrá protección contra las enfermedades. Es
determinado y no gusta de nada que no sea claro y bien aplicado. Paciente al
extremo, será capaz de soportar casi todo de las personas, pero no acepta ser refinado
injustamente, pudiendo ser agresivo. No desperdicia sus esfuerzos en fantasías
imposibles. Motivado y justo será una persona pública con capacidad para tratar
cualquier asunto. Descubrirá el porqué de muchos problemas sociales y
convencerá a la sociedad de sus propuestas. En la infancia puede haber tenido
problemas para demostrar afectividad, por eso será común verlo muy pegado a sus
hijos. Algunos actos de su adolescencia podrán marcar su vida dándole plena
certeza de la ayuda de Dios.
Cita bíblica
El Señor es bueno con
todos;
él se compadece de
toda su creación.
Salmo 145:9
Daniel: “el Ángel de
las misericordias”
Una vez más Vesar dejó escapar una maravillosa oportunidad para
conseguir superar su timidez. Si se hubiese decidido, ahora no estaría apenada
y triste recordando las ocasiones que había desaprovechado para conseguir ver
realizado sus sueños.
No sabía que le pasaba, pero cuando se enfrentaba ante
situaciones, no acertaba a pronunciar palabra y la mayor de las veces ni tan
siquiera se decidía hacerles frente.
El sentimiento de frustración ahogaba su alegría y sin darse
cuenta se fue convirtiendo en una joven solitaria.
Comenzó a sentir envidia de los demás. Ellos tenían tanta
facilidad para tomar decisiones, que le molestaba el solo pensarlo.
Aquella tristeza fue dibujándose en el rostro de la joven Vesar
y su belleza se fue transformando poco a poco hasta tal punto que se convirtió
en un ser horrible.
Todos sus amigos comenzaron a tenerle lastima y aquel sentimiento
lo único que hizo fue aumentar aún más su dolor.
Ya apenas si salía. Huía de todos y busco cobijo en la sombra de
su timidez.
Cierto día, su angustia era grande y su pena tan amarga, que
busco consuelo en la oración.
Elevo su rostro, endurecido por las lágrimas, hasta el cielo, y
fijo su mirada en una extraña nube que se le antojo la faz de Dios e invoco su
nombre con humildad, diciendo:
-¡Oh Dios mío, ayúdame! ¡Me siento
perdida y sin fuerzas para seguir luchando contra mi debilidad! -imploró la joven-.
Sin duda no esperaba respuesta alguna, pero se reconfortaba
abriendo su corazón al único ser que no se reiría de ella. Pero se equivocó,
pues a sus espaldas una voz la llamo por su nombre:
-Vesar, Vesar, Vesar, ¿por qué no
aceptas tu condición?, ¿por qué no perdonas tu debilidad, tus errores?
-pregunto un ser de luz que ilumino la habitación -.
-¿Quién eres y como sabes mi nombre?
-contesto muy sorprendida la joven -.
-Soy Daniel, el Ángel de las Misericordias,
y tu nombre, Vesar, está inscrito en el Gran Registro del Cielo. Yo te ayudare,
pero no podré hacerlo si tu no confiesas tu pecado. Debes saber pequeña que el
Eterno es misericordioso y compadeciente, lento en la cólera y rico en bondades
-explico el Ángel dulcemente -.
La joven Vesar se sintió descubierta, desnuda ante tan noble
ser. Siempre había ocultado en lo más profundo de su ser la traición con la que
un día castigo a su mejor amiga. Quería ser famosa, que todos la venerasen,
pero su amiga iba a impedírselo, pues era más hermosa que ella. Debía evitarlo,
y para ello decidió traicionarla. Sin embargo, a pesar de su intento, Vesar no
consiguió su propósito y si en cambio perdió a su mejor amiga.
Desde entonces, no se había perdonado y aquel sentimiento de
odio le impedía tomar decisiones importantes en la vida, pues el recuerdo de la
traición la atormentaba.
Daniel que tenía el poder de la visión sagrada, fue leyendo sus
pensamientos y vio que Vesar había aprendido la lección, y le dijo:
-Puedes ir tranquila pequeña Vesar,
pues he insuflado en ti el poder de rejuvenecer con tu aliento a los seres y
las cosas. Y aunque Vesar no entendió muy bien lo que quería decir aquello,
pronto pudo comprenderlo, pues su comportamiento cambio por completo. Ahora
tomaba decisiones y cada vez que lo hacía revelaba a los demás su potencial
dormido y la ilusión renacía de nuevo en ellos.
Fin.