Atributo: Dios Fuente de sabiduría.
Planeta: Luna.
Coro Angélico: Guardianes.
Sefiráh: Yesod.
Horario de regencia: de 21:20 a 21:40 horas.
Días
de regencia: 10 de marzo, 22 de mayo, 2 de agosto, 16 de octubre, 28 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Darnos sabiduría y éxito en los negocios.
·
Protegernos en viajes por mar.
Los nacidos bajo su regencia
El que nace bajo su influencia tendrá una fortuna considerable y
se destacará en el medio en que vive por sus descubrimientos útiles. Podrá ser
llamado aventurero por vivir la vida de forma profunda. Generoso, noble,
poseedor de un espíritu elevadísimo, tendrá enorme posibilidad de éxito. Con su
pensamiento positivo podrá quebrar cualquier tipo de maleficio, tendrá ayuda
financiera en su búsqueda o expediciones que se pueden tomar históricas. Estará
siempre cambiando de ciudad sin programar nada demasiado, dejando que las cosas
sucedan por medio de la sorpresa. Estará siempre involucrado en
situaciones sentimentales múltiples. Adora la libertad y no soporta los
relacionamientos tipo prisión, fiel a sus ideales, jamás hará sufrir a nadie
por sus egoísmos o sacar ventaja de una persona indefensa.
Cita bíblica
El Señor observa desde
el cielo
y ve a toda la
humanidad;
Salmo 33:13
Damabiah: “la fuente
de la sabiduría”
Aquella calma, aquella inactividad, estaba poniéndole enfermo.
No era el hombre que supiera estar con los brazos cruzados cuando había tanto
mundo por conocer.
Eran los pensamientos que manten1an aun despierto al joven
Damabiah, a pesar de estar bien entrada la noche.
Sentado en la cubierta de aquel navío en el que tan buenas
aventuras había vivido, nuestro amigo hablaba en voz alta como si las estrellas
-sus únicas compañeras -, fuesen a oírle.
La silueta de la Luna se reflejaba nítidamente en las tranquilas
aguas del mar. Estaba hermosa e imitaba la grandeza de su amado Sol, vistiendo
sus ropajes más bellos. Estaba llena y pletórica.
Quedo ensimismado, como hipnotizado por aquella luz, y de
repente y sin saber cómo sucedió aquel hecho tan extraño, aquel rostro
resplandeciente adquirió vida y le dijo:
-Damabiah, Damabiah, debes partir hacia horizontes lejanos en
busca de la Fuente de la Sabidur1a.
El muchacho muy sorprendido se froto una y otra vez los ojos, pues
pensó que debía ser víctima de algún encantamiento. Pero por mucho que lo
intentaba, el rostro sonriente de la Luna adquiría cada vez más brillo.
– No puedo creer lo que ven mis ojos -grito un tanto asustado el
joven -. Dime, ¿que eres, una ilusión que va a desaparecer cuando abra de nuevo
los ojos?
– Si no me crees, toma tu caña de pescar y lanza el anzuelo
hacia donde yo estoy- le invito la Luna -.
Damabiah obedeció las instrucciones y lanzo el sedal con fuerza
haciendo que el anzuelo llegase justo donde se encontraba aquel reflejo. Pronto
noto como algo había picado y tiro con coraje, pues temía que se le escapase.
El anzuelo había atrapado un pequeño cofre. ¿Qué misterioso era todo aquello?
Tomo el joven con cierto nerviosismo el cofre y lo abrió. En su
interior encontró un trozo de papel muy antiguo y en él un mapa dibujado. Era
el mapa que debía guiarle hasta la isla donde debía encontrar la Fuente de la
Sabiduría.
Ahora si creía, y cuando fue a darle las gracias a la Luna, su
rostro ya se reflejaba en el agua, había continuado su camino en el firmamento.
Al día siguiente Damabiah recluto a 40 hombres, fuertes y
bregados pescadores que al igual que el sentían un especial amor por la
aventura. Les prometió un tesoro muy valioso si lograban llegar hasta la isla
de Yeshoch.
Con la subida de la marea partieron rumbo a recorrer los 6
puntos cardinales. Ningún obstáculo impedirá lograr su objetivo.
Y aunque su valor era evidente, muchos de los tripulantes
dudarían de el en aquel atardecer.
Una terrible tormenta se desencadeno en pocos minutos. El viento
era un ciclón y amenazaba con mandarles al fondo del mar si no arrasaba pronto.
Los marineros que eran muy supersticiosos murmuraban entre sí
que alguien les había hecho sin sortilegio y había despertado la furia de los
espíritus infernales del mar. Aquel temor se fue extendiendo entre los demás y
tuvo que intervenir Damabiah para evitar que el pánico se hiciese colectivo.
– Sacad el miedo de vuestras mentes y que hierva la sangre en
vuestras venas. ¡Vamos!, tenemos que vencer nuestras debilidades y la tempestad
desaparecerá.
Y así fue, cuando aquellos marinos lograron poner orden en su
interior, el temporal amaino, y la calma volvió a reinar.
A la mañana siguiente avistaron tierra. Habían llegado a su
destino. En la isla de Yeshoch encontraron una verdadera Fuente de Sabidur1a y
muchos quedaron en aquella isla para siempre. En cambio otros prefirieron
volver cargados de tesoros y riquezas para comprar con ellas nuevas tierras.
Al final, tanto unos como otros lograron encontrar la felicidad.
Fin.