Atributo: Dios por encima de todo.
Planeta: Venus.
Coro Angélico: Virtudes.
Sefiráh: Netzaj.
Horario de regencia: de 20 a 20:20 horas.
Días
de regencia: 6 de marzo, 18 de mayo, 29 de julio, 12 de octubre, 24 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Vivir una vida según las leyes divinas.
·
Hacer recapacitar a aquellos que se apartan de los mandamientos.
·
Mantener la armonía entre los amigos.
Los nacidos bajo su regencia
Los que nacen bajo esta influencia amarán los viajes y
los placeres honestos. Será muy amoroso y sensible. Tienen conciencia de la forma
correcta de actuar, es también una persona introvertida, afectuosa y no se
adapta a los cambios fácilmente. Es tradicionalista manteniéndose fiel a los
valores enseñados por sus padres. Es dotado de muchísima intuición, está
abierto a todo lo que está a su alrededor, pero sin involucrarse. Para sentirse
bien en una posición social o de trabajo necesita tener ideales y crearlos como
si fuera una religión. Necesita soporte ideológico. No le gustan las personas
agresivas o indescifrables. Es paciente al extremo y capaz de soportar todo de
la persona amada o algún familiar. Cuando no recibe afecto prefiere el
aislamiento. Su fuerza vital se manifiesta en la paternidad o la maternidad.
Busca establecer con las personas una imagen filial, será estimado por su equilibrio,
dulzura, amabilidad y afectuosidad. No estará interesado en modificar las
situaciones de un grupo o clase social. No es un revolucionario pero sí utiliza
las energías en las personas más allegadas o en un caso específico. Organiza su
vida de acuerdo con su conciencia, manifestada libremente a través de buenos
actos y compañerismo.
Cita bíblica
Bendito sea el nombre
del Señor,
desde ahora y para
siempre.
Salmo 113:2
Umabel: “el aspirante
a monitor”
Había estudiado mucho en los últimos 150 años, Umabel no se
conformaba con su condición de aprendiz de Arcángel y quería demostrar a todos
que podía llegar a ser un guía excelente en el que se podría confiar.
Con ese propósito se dirigió una vez más a las oficinas de
reclutamiento. Allí era donde debía entregar su solicitud para ser admitido
como monitor de Arcángeles. Había soñado tanto con llegar a ser uno de ellos,
que estaba dispuesto a pasar cualquier prueba para conseguirlo.
– El siguiente -pudo oír el aspirante Umabel -.
Era el. Había llegado su turno. Tenía en sus manos la
oportunidad, y esa oportunidad era un cuestionario que relleno con sus
respuestas.
– ¡Ajá!, veo que dices tener vocación para ocupar el puesto. Ya
veremos si es así. Vamos, adelante -.
Ya estaba dentro, delante de él una larga fila avanzaba
lentamente y al principio de esa cola los solicitantes iban siendo
entrevistados.
Umabel observo como muchos volvían sobre sus pasos y quiso saber
el motivo de ello.
– ¿Por qué te marchas compañero? -le preguntó interesado -.
– No sirvo para el puesto -contestó entristecido -.
– Vaya -pensó Umabel – al parecer no será tan fácil como creía.
No tardó en llegar su turno, y sin que le diese lugar a
respirar, le preguntaron.
– ¿Cuál es tu especialidad?
Viendo que no acababa de salir de su asombro, le repitieron una
vez más.
– Vamos no tenemos toda la eternidad. El mundo nos necesita ahí
abajo. Responde, ¿cuál es tu especialidad?
– La amistad. -dijo rápidamente Umabel -.
– Veamos que tenemos por aquí. A ver…, sí, creo que ha habido
suerte. Tenemos un caso de amistad, pero mucho me temo que no te resultara
fácil. Otros lo intentaron pero fracasaron. ¿Qué dices, lo aceptas?
– Si lo acepto -contesto entusiasmado el joven aspirante -.
– Pues ponte en camino cuanto antes. Tienes cuatro días para
conseguirlo.
Así fue como el Arcángel Umabel se trasladó urgentemente al
lugar donde debía realizar su misión.
Allí estaba Mercur, solo, muy solitario. Se le hacía raro el
sabor de la soledad, pues siempre había tenido al lado a un buen amigo, pero
desde que le hizo aquella faena, el odio pudo más que la amistad.
El corazón de Mercur estaba destrozado. Se había enamorado de
alguien muy especial, pero su mejor amigo se cruzó en su camino y la alejo de él.
Su mejor amigo, tenía gracia.
No muy lejos de allí, se encontraba aquel que un día fuera su
sombra. Había compartido con el todo cuanto tenía.
Sol no pudo evitar el enamorarse de la misma chica que su amigo.
Ella eligió y le escogió a él, pero no duraría mucho, pronto le abandonaría y
aquello le hundió. Ahora se cobijaba en la droga, ella era su única compañera.
Umabel comprendió que debía actuar y pensó un plan.
Mercur se sintió atraído extrañamente hacia un lugar. Jamás iba
a él, pero aquel día le apetecía hacerlo, pero cuando se encontraba en camino
unos malhechores le asaltaron.
Eran muchos contra él y sabía que iba a ser castigado y
maltratado. Cuando ya todo parecía que iba a recibir una gran paliza, una voz
vino a socorrerle milagrosamente.
– Buscáis dinero para droga. No os molestéis yo os lo
facilitare, pero dejad al muchacho.
Era Sol el que acababa de salvarle. Metiendo su mano en el
bolsillo de su chaqueta saco toda la droga que había en él y se la entregó a
aquellos rufianes, los cuales se conformaron con el cambio.
Sol quedo frente a Mercur. Se miraron a los ojos y el recuerdo
de un hermoso y feliz pasado hizo que de ellos brotasen gruesas gotas que
cubrieron su rostro. Lloraban de amor. Un sentimiento que siempre habían
compartido el uno por el otro y que durante un tiempo había permanecido
acallado.
Umabel había conseguido su misión. Ya podía volver al cielo de
donde vino. Allí sería recibido como un excelente monitor.
Fin.