Atributo: Dios sostén del universo.
Planeta: Mercurio.
Coro Angélico: Arcángeles.
Sefiráh: Hod.
Horario de regencia: de 18:20 a 1 8:40 horas.
Días
de regencia: 1 de marzo, 13 de mayo, 24 de julio, 7 de octubre, 18 de
diciembre
¿Para qué se le invoca?
·
Tener fama cuando difundimos grandes filosofías.
·
Tener fortuna en general.
·
Ayudarnos a vencer demandas.
Los nacidos bajo su regencia
Los nacidos bajo esta influencia serán estimados por todos
debido a su modestia y humor agradable. Su fortuna será obtenida gracias a su
talento y buena conducta. Considera obtener casi todo lo que desea y estará
siempre empeñado en aprender y conocer todas las cosas del mundo. A pesar de su
experiencia modesta y frágil luchará por colocarse en una posición socio económico
favorable y así obtener reconocimiento por sus talentos, pudiendo ser
reconocido en todo el mundo. Es abierto a todo lo que sea símbolo de vitalidad generosidad.
Sabrá balancear la razón con la pasión, cree en la salvación de las personas
por el amor y estará listo a ayudar a todos. Trabajará siempre de acuerdo con
una filosofía espiritualista y Angélica. Optimista, sabrá enfatizar las cualidades
positivas de las personas y de las situaciones. Con su encanto iluminará la
vida de todos los que se le acerquen.
Cita bíblica
Los ojos de todos se
posan en ti,
y a su tiempo les das
su alimento.
Salmo 145:15
Poyel: “un amigo
presuntuoso”
Desde muy pequeños sus vidas siempre habían estado muy unidas.
Crecieron y jugaron juntos y de esta forma forjaron una sólida amistad.
Pero los rostros del destino no siempre nos sonríen, y un buen
día, Neyes tuvo que decir adiós a su inseparable compañero Poyel.
La distancia y el tiempo fueron inquebrantables y poco a poco
aquel ardiente afecto que un día les unió se fue apagando hasta llegar a
fundirse en un vago recuerdo. Era lo único que quedaba de una relación que al
igual como floreció, murió.
La vida continuaba y Poyel no perdía el tiempo. Había estudiado
duro y la fortuna le recompensaría sus esfuerzos.
Fue el número uno de su promoción y había conseguido ganar la
confianza de todos sus compañeros, los cuales le buscaban constantemente para
que les aconsejase. La fama y reputación antecedían al joven Poyel donde quiera
que iba, sin embargo, jamás nadie pudo observar en él una muestra de orgullo,
ni de vanidad por sentirse tan admirado.
Lo que más elogiaban de él, era precisamente su constante
modestia y su moderado comportamiento.
Acababa de aprobar los estudios y ya era un flamante profesor de
filosofía. Tan solo le quedaba poder ejercer su carrera y la providenc1a puso a
su alcance la posibilidad de conseguirlo, pero para ello debía competir con
otro candidato que al igual que él se presentaba para ocupar ese puesto.
Poyel trabajó incansablemente para elaborar un buen proyecto de
presentación. Durante años había investigado y ahora tenía la oportunidad de
dar a conocer sus trabajos.
Pero el destino vino a traerle una vez más una nueva sorpresa.
No podía apenas creerlo. Jamás pensó que la vida le jugara aquella mala pasada.
Tenía que competir con Neyes su inseparable amigo de infancia. Casi no le
reconocía, pero aquello no importaba lo más mínimo, pues celebraron aquel
inesperado reencuentro con un emotivo abraso.
Las próximas horas la pasaron juntos. Recordaron los días de su
infancia y rieron algunas de las travesuras que entonces protagonizaron. Pero
ambos sabían que tenían que hablar del tema profesional y temían que aquella
felicidad se enturbiara.
– Mi buen amigo Poyel, debemos olvidar nuestra amistad. Estoy
decidido en ocupar ese puesto, mi vida depende de él. Debo pedirte que no te
presentes, estoy dispuesto a hacer lo que sea para conseguirlo y lamentaría
mucho tener que desafiarte –dijo fríamente Neyes -.
Aquellas palabras llevaban verdadero hielo y una profunda carga
de ambición. Poyel no podía dar crédito a lo que su viejo amigo había
dicho y apenas si podía hablar, pues sentía como un fuerte nudo le oprimía la
garganta.
– ¿Pero cómo es posible que hayas cambiado tanto? -confeso el
joven muy contrariado -.
– La vida es dura amigo mío, y tan solo sobreviven los más
fuertes -contesto sarcásticamente Neyes, al tiempo que se alejaba de el -.
Al cabo del tiempo, ambos recibieron una carta del Ministerio en
respuesta a su solicitud, y fue Poyel el elegido para ocupar el puesto de
trabajo.
A pesar de las artimañas utilizadas por Neyes, de nada les
sirvieron, pues al final la providencia supo premiar al que verdaderamente
merecía conseguirlo.
Fin.