Nombre: Lauviah “Dios Admirable”.
Coro: Tronos, Ángeles al servicio de Binah-Ley.
Lo que otorga:
·
Retorno de antiguos afectos; reanudación de antiguas amistades.
·
Dormir bien por las noches, vencer el insomnio.
·
Revelaciones oníricas.
·
Inspiración para ejercitar en el periodismo, la literatura, la filosofía,
la poesía.
·
Discernimiento de lo falso.
Lección: Superación de traumas y deudas del pasado.
Planeta: Urano.
Sefiráh: Jojmá.
Horario de regencia: de 5: 20 a 5: 40 horas.
Días
de regencia: 21 de enero, 4 de abril, 15 de junio, 28 de agosto, 8 de
noviembre
¿Para qué se le
invoca?
·
Generar amistades profundas.
·
Revelarnos el significado de los sueños.
·
Obtener talento artístico y literario.
·
Ayudarnos a salir de los tormentos espirituales y la tristeza.
·
Dormir bien.
·
Tener compresión de las ciencias espirituales.
Cita bíblica
Me sacó de la fosa de
la muerte,
del lodo y del
pantano;
puso mis pies sobre
una roca,
y me plantó en terreno
firme.
Salmo 40:2
Los nacidos bajo su
regencia
Tiene habilidad para entender mensajes y revelaciones
simbólicas. El mundo astral se manifiesta a través del inconsciente,
ocurriéndoles visiones, premoniciones o imágenes de los mundos superiores. Sus
facultades psíquicas son manifestadas a través de pequeños detalles, como la
música, la poesía, la literatura o en la filosofía. A través de la nobleza de
carácter su espíritu irradia una luz muy intensa interiormente. Sabe que su
parte analógica es capaz de conseguir todo lo que quiere, principalmente cuando
el pedido es hecho por alguna otra persona. Lo que sueña realizar se torna
realidad. Podrá ser el pilar de su familia o un gran apoyo en donde trabaja.
Sus cosas materiales serán conseguidas a través de mucha lucha, hasta a veces
con sufrimiento. Tendrá una reacción agradable y cordial, reconfortante con las
personas más próximas. Entenderá la tristeza, pues sabe conocer los mecanismos
interiores del ser humano. Gustará de la Cábala y de la filosofía. Será una
persona culta.
Lauviah: “El rey que
no podía dormir”
Vago era un rey caprichoso y holgazán. Tenía tantas riquezas que
jamás se había preocupado por saber cómo se ganaban la vida los demás. Nunca
salía de su castillo y cuando deseaba conocer algo, tan solo tenía que levantar
su cetro y los hombres más sabios del palacio se presentaban ante él.
– ¿Qué tal día hace hoy querido sabio?
-preguntó el rey mientras sus sirvientes le ayudaban a levantarse de la cama-.
– Hace un día espléndido, Majestad, tal vez
quisiera aprovechar tan inmejorable ocasión y visitar vuestros dominios. El
pueblo desea conoceros.
– Me aburrís con esas pretensiones querido
sabio -respondió el rey con gesto intolerante-. Haré una cosa mejor, proclamaré
un edicto anunciando un gran banquete en mi honor. ¿Qué os parece la idea mi
fiel amigo?
– Excelente, excelente sin duda Majestad
-contestó inteligentemente su acompañante-.
– Bien, pues empezad. Haced público mi
mensaje.
De este modo fue como Vago decidió reunir a su pueblo en el
castillo. Y no tardó en llegar ese día. Todo estaba preparada, y el rey se
engalanado con sus mejores galas para aquel momento. Uno a uno fue recibiendo a
los personajes más importantes de su reino y cuando todo parecía que iba a ser
un éxito, algo vino a enturbiar el festejo.
– Novo, extranjero y príncipe de las Tierras
de las Sombras -anunció el maestro de ceremonias-.
Todos los presentes dirigieron sus miradas hacia el recién
llegado y quedaron sorprendidos por lo que estaban viendo.
– Os saludo, rey Vago, he venido de muy lejos
para que paguéis lo que me debéis -dijo el misterioso príncipe-.
– ¿Lo que os debo, decís? ¿Acaso nos
conocemos? -preguntó burlonamente el rey Vago-.
– Yo soy vuestra sombra, esa sombra que
durante tantos años habéis sembrado en vuestro reino. Hoy que me habéis
llamado, aquí estoy para complaceros.
El rey palideció, y desde aquel día y durante muchas noches el
soberano no pudo dormir pensando en el precio que debía pagar por sus errores,
su propia vida.
Muy cerca de allí, en su propio reino, vivía un hombre muy sabio
al que todos conocían por Lauviah. Fue por este motivo que el rey lo mandó a
llamar, pues deseaba conocerle.
– ¿Qué debo hacer? -preguntó el rey-.
– Dejad de ser caprichoso y holgazán, y la luz
disipara vuestra sombra -le contestó el anciano-.
– Si eso es cierto, he de intentarlo.
Y así fue como Vago libro una fuerte batalla entre la muerte y
la vida, venciendo esta última, pues desde aquel día ningún capricho ocupo su
mente.
Fin.