Nombre:
Hekamiah “Dios que erige el Universo”.
Coro:
Querubines, Ángeles al servicio de Hochmah-Amor.
Lo
que otorga:
·
Solicitar protección para
los Reyes y altos mandatarios.
·
Para encontrar el favor de
personas de elevada estirpe.
·
Conquista de la lealtad.
·
Vencer a los enemigos.
·
Protege de la acechanzas de
los rebeldes, sediciosos y traidores.
Lección:
Cristalizar los valores más elevados.
Planeta:
Saturno.
Sefiráh:
Binah.
Horario
de regencia: de 5 a 5:20 horas.
Días
de regencia: 20 de enero, 3 de abril, 14 de junio, 27 de agosto, 7 de
noviembre
¿Para qué se le invoca?
·
Ayudarnos a trascender
nuestros problemas.
·
Vencer a nuestros enemigos
internos.
·
Proteger a los que ocupan
posiciones de liderazgo.
·
Pedir coraje, perseverancia
y constancia.
Cita bíblica
Pero
el Señor es mi protector,
es
mi Dios y la roca en que me refugio.
Salmo
94:22
Los nacidos bajo su regencia
Tiene un aura natural de
paz. Su sinceridad es reflejada a través de su nobleza y autoridad, de su
personalidad y prestigio. Es fiel a sus juramentos, tiene carácter franco,
leal, bravo y susceptible a las cuestiones de honor. Se ocupa extremadamente de
su familia y sus hijos dándoles la prioridad sobre todo. Querido por todos,
será siempre respetado por la sensibilidad que posee. Vivirá cada minuto de su
vida con mucha ternura, amor, esperanza y deseará para todos una existencia tan
digna como la suya. Le gustará siempre estar cambiando todo, desde la posición
de los muebles, restauración y pintura de su casa hasta la apariencia física
con la cual tiene mucho cuidado y atención. Muy sensual, apreciará guardar
trofeos de sus amores como exteriorizando los sentimientos del pasado.
Hekamiah: “El rey infeliz”
Muy
temprano madrugo en aquella tranquila mañana el rey Aman, en verdad, no había
podido dormir en toda la noche, pues una preocupación le robaba el sueño. La
hechicera del reino había visto en las cenizas sagradas, la muerte del
Soberano.
– ¿Qué predicen las cenizas sabía hechicera?
-le preguntó con interés el rey-.
– Majestad, Majestad, no sé qué me ocurre,
apenas si puedo percibir las Voces del Tiempo -titubeó la hechicera-.
– Concéntrate, te lo ruego, pues no podemos
iniciar el año sin conocer el futuro venidero -le contestó Aman-.
– Pero Majestad… -vociferó la Sabia, pero no
pudo terminar-.
– No aceptaré una negativa por respuesta
-interrumpió el rey-, quiero saber que veis.
– Si así lo queréis, sabed que las Voces del
Más Allá hablan de muerte.
– ¿De muerte? -preguntó sorprendido el rey-.
Decidme a quién visitará la muerte, tal vez podamos prestarle ayuda.
– No podréis Majestad -expresó la hechicera-,
pues la muerte llamará a vuestra puerta.
El rostro de Aman palideció,
no podía creer las palabras de la pitonisa. A él no podía pasarle aquello, era
el rey. Pero los ojos de aquella mujer no mentían y Aman supo leerlo en ellos.
La tristeza se apoderó de él
y se sintió muy infeliz, pues se encontraba lleno de vida, y ahora tenía miedo
a abandonarla.
En aquella mañana paseó por
los jardines de palacio, y sin darse cuenta se desvió hacia el bosque. Cuando
más absorto se encontraba en sus pensamientos, un gemido de dolor llamó su
atención, se acercó hacia el lugar de donde procedían y se encontró a un
anciano medio moribundo desplomado en el suelo.
Corrió el rey Aman a
socorrer al desdichado y vio que sus heridas eran de gravedad. Comprendió que
necesitaba con urgencia los cuidados del Sabio. Sin más demora Aman cargo al
anciano sobre sus hombros y lo trasladó al palacio donde recibiría la atención
que requería. Le salvó la vida.
Una vez recuperado, preguntó
quién le había salvado.
– Ha sido el mismísimo rey Aman, noble
anciano, a él debéis la vida, pero sin embargo, a é nadie podrá evitar que la
pierda.
– ¿Acaso sufre algún mal incurable? -pregunto
el anciano-.
– El mal del Karma maduro -contestó el Sabio que le
había cuidado-.
– Siendo así, decid a vuestro rey que no tema por su
destino, pues salvándome la vida, ha salvado la suya propia. Yo era su destino,
y su amor por mí ha abierto una nueva página en el Libro Sagrado del Tiempo.
Llevad pues la vida a vuestro rey.
Nadie volvió a ver a
Hekamiah, así se llamaba el anciano. Aman vivió por muchos años.
Fin.